A comienzos del siglo, la primera recogida de firmas online que puso en marcha Amnistía Internacional se convirtió en viral -aunque entonces no se supiera qué era eso- y supuso un adelanto del clamor social contra la violencia machista.

Más de 20 años después, quienes se vieron dentro de ese tsunami comparten lo que aprendieron en aquellos días frenéticos. 

Un fax lleva dos semanas escupiendo papel en una oficina del centro de Madrid. El teléfono no para de sonar, trabajadores y familiares hacen turnos para no desperdiciar ni una gota de la ola de solidaridad que ha despertado el caso de Safiya Hussaini, una mujer nigeriana condenada a ser lapidada por el “delito” de adulterio. La activista, que cada semana recogía el correo del apartado postal, llama pidiendo permiso para coger un taxi y recorrer los 300 metros que le separan de la sede. No es que se haya vuelto vaga de repente, sino que se ha encontrado con dos sacos llenos de cartas que le llegan por la cintura. La mayoría lleva dentro firmas, datos para hacer donaciones, o hacerse socio, socia. Es febrero del 2002, pero ¿qué ha pasado para llegar a esto? 

Firmas online, ¿eso qué es? 

En 2002 Amnistía Internacional llevaba ya 40 años pidiendo firmas para cientos de casos en todo el mundo. Pero en España iba a ser la primera vez que se podría firmar a través de una página web. La propuesta fue de una agencia de publicidad llamada Contrapunto. El propósito era hacer más fácil unirse a la petición. “Todos los materiales offline dirigían a la web”, recuerda Concha Martínez, entonces voluntaria pero que pronto pasó a ser contratada para gestionar el aluvión que desencadenó la iniciativa. 

Ahora forma parte de nuestro día a día, pero entonces mucha gente no tenía internet en casa, ni mucho menos entraba en su correo electrónico cada día. La respuesta superó todas las expectativas: 600.000 firmas en menos de tres semanas

“No estábamos preparados, pero nos hizo despegar”, reflexiona Pastora Lozano, que en una oficina donde trabajan apenas 20 personas, se encargaba de la administración, las donaciones y de los ‘lo que surja’. Como crear de la nada un call center, o contratar un nuevo servidor para que no se cayese la web y tuviera capacidad de enviar miles de emails a la vez… 

“Casi morimos de éxito. No teníamos los recursos ni el conocimiento para gestionar ese crecimiento, ni sobre cosas que ahora nos parecen básicas como tener un plan de fidelización. No sabíamos lo que era un lead, lo aprendimos después”, apunta Concha. Todo era tan nuevo que hubo que inventar palabras, como ciberactivismo. 

El papel de los medios: Gabilondo vs María Teresa Campos

Recordemos, año 2002: lo más divertido que puedes hacer con tu móvil es jugar a la serpiente. Al email te llegan presentaciones en powerpoint que debes reenviar a 20 contactos si no quieres que te caiga un maleficio. Y a Zuckerberg todavía no se le había ocurrido nada para cotillear las fotos de sus compis de facultad… Es decir, aunque lo de la firma online era muy ‘nuevas tecnologías’ había que llegar a la gente como toda la vida, a través de la tele, la radio y los periódicos.

Piedra enviada a los medios de comunicacion

Una piedra como la que se envió a medios de comunicación, en la oficina de Amnistía Internacional © AI

Como casi siempre, todo parte de una idea simple. Además de poder firmar a través de la web, la agencia propuso enviar a los medios una caja con una piedra del tamaño similar a las que se usaría en la posible lapidación, una breve explicación de la situación de Safiya y la propuesta de citar la página web donde -por primera vez- cualquiera podría poner su granito de arena para detener una injusticia. Primer apunte: quizás no tengas que informar de tu campaña con una nota de prensa… 

La noticia sale en muchos telediarios, páginas de internacional y programas informativos, como el ‘Hoy por Hoy’, entonces presentado por Iñaki Gabilondo. Pero quienes estaban en Amnistía esos días coinciden: lo que marcó un antes y después en la campaña fue la aparición de María Teresa Campos en su programa matinal en Tele5 hablando durante un buen rato con la piedra en la mano y llamando a la audiencia a movilizarse por aquella joven en peligro de muerte. Segunda nota: a veces el impacto más relevante no viene del medio más prestigioso… 

Cuando a la gente le llega el email de un contacto con la petición ya muchas han oído hablar de la historia de Safiya y no dudan en firmar. Y reenviar… 

Victoria y continuación 

Acción frente a la embajada

Activistas y personal de Amnistía Internacional entregan 600.000 firmas en la Embajada de Nigeria pidiendo la liberación de Safiya. © AI.

Apenas unos días antes de la fecha prevista para la ejecución, Amnistía Internacional lleva a la embajada de Nigeria en Madrid las 600.000 firmas recogidas, la mayoría a través de la web. Son cajas y cajas de folios. Aunque no haya pruebas de la causa-efecto, hay pocas dudas de que fue ese clamor lo que provocó que se anulara la condena y Safiya quedara en libertad. 

Pero apenas hubo tiempo de celebrarlo. A los pocos días, llega a la entidad el caso de otra mujer, Amina Lawal. También condenada al mismo castigo por el mismo ‘delito’. Aunque en esta ocasión al menos el plazo no eran tan apretado, y se contaba con toda la maquinaria de la campaña ya en marcha. En un año, se recogen 10 millones de firmas a través de la web. Al alcanzarse esa cifra, Amina también es liberada. 

¿Por qué esta sí? Los ingredientes del éxito 

La amplia cobertura de los medios de comunicación. Una injusticia concreta. La víctima inocente. La crueldad del método. El factor discriminatorio por ser mujer. Disponer de una forma fácil -y novedosa- de ayudar. La urgencia del primer plazo, apenas tres semanas… “Tenía todos los ingredientes para funcionar”, reflexiona Concha. 

En ese momento tampoco había las herramientas de medición actuales para saber de dónde te están llegando las visitas a la web. Entre los ingredientes, claro, estuvo también “descubrir que con un click formabas parte de algo”. Las firmas online habían venido para quedarse y 20 años después, además de las plataformas exclusivas para ello, pocas organizaciones no recurren a este formato. 

Pero otras muchas veces, las ONG lanzan iniciativas con esos mismos ingredientes que apenas consiguen movilizar más allá de su base social, de las ya convencidas. “Por qué funcionaron esos dos casos y no otros es la pregunta del millón, tampoco había un especial vínculo con el país. Si lo supiéramos siempre lo haríamos así…”, apunta Ángel Gonzalo, del área de prensa. 

Quizás, aunque las analicemos con microscopio, por muchas vueltas que le demos, el éxito de las campañas -como las mejores cosas de la vida- siempre tendrá algo de inexplicable. 

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